domingo, 14 de octubre de 2012

LAS HERMANAS BUNNER


Guiarse por las reseñas de los periódicos y publicaciones literarias puede parecer arriesgado, dado que muchas veces no sabemos si los gustos del crítico coinciden con los nuestros. Sin embargo, en este caso voy a hablar de un libro que me interesó a raíz de un comentario en la prensa y, efectivamente, en este caso su lectura mereció la pena.

Se trata de la novela breve Las hermanas Bunner (publicada en la editorial Contraseña en 2012, con prólogo de Soledad Puértolas), de la escritora neoyorkina Edith Wharton (1862-1937), más conocida por ser la autora de La edad de la inocencia.

Esta obra, escrita con una prosa elegante y sencilla, literariamente cuidada y excepcionalmente bien traducida por Ismael Attrache, cuenta la historia de dos hermanas solteras que viven una existencia “gris” y rutinaria pero confortablemente tranquila y previsible en un humilde barrio del Nueva York de comienzos del XX. Un día, de forma casual, aparece en sus vidas un hombre que poco a poco irá adquiriendo protagonismo y que acabará transformando la existencia de las dos mujeres. El relato desarrolla un fino análisis psicológico al mismo tiempo que retrata de forma acertada y realista un pequeño grupo de personajes y su existencia cotidiana. El narrador nos sitúa en la perspectiva de la hermana mayor para hacernos seguir, desde su visión, una historia que desde el comienzo se adivina como profundamente triste. A través de este relato, que atrapa desde el comienzo -al menos a mí- se tratan temas como el amor fraterno y el sacrificio por los demás, la contención de los propios sentimientos y el deseo o la necesidad de amor.

Aunque no os voy a desvelar más, me gustaría, para concluir, comentar una última cosa: fue uno de esos libros que, al terminar, nos despiertan el deseo de volver a comenzar a leerlos, pues la historia se contempla desde otra perspectiva una vez que conocemos no sólo el desenlace, sino también detalles e informaciones que el narrador se reserva hasta el final.  

jueves, 11 de octubre de 2012

In foramine terrae habitabat hobbitus

Coincidiendo con el septuagésimo quinto aniversario de la publicación de El hobbit, la deliciosa novela donde J.R.R. Tolkien dio a conocer por primera vez la Tierra Media, y el estreno el próximo mes de diciembre de la primera parte de su adaptación cinematográfica, que lleva el sugerente título de Un viaje inesperado, se ha lanzado al mercado (en Reino Unido al menos, supongo que en breves llegará a España si no ha llegado ya) esta nueva traducción. ¿No es una preciosidad la portada?


Ignoraba que se realizaban traducciones al latín de novelas conocidas hasta que este verano en Inglaterra encontré las dos primeras aventuras de Harrius Potter, y me resultó graciosísimo. Y ahora, al ver esta de El hobbit comienzo a desear, no por primera vez, que mis clases de latín hubiesen sido diferentes, de manera que, tras cinco años de estudiarlo, no dependiera de un diccionario para leer cualquier texto de una cierta complejidad. Sé que como lengua “muerta” no se estudia como vehículo de comunicación, pero sí que me gustaría que me hubiesen enseñado a utilizarla de verdad. Así podría disfrutar de las aventuras de Bilbo en latín.

Quizá me anime y lo intente, aunque bueno, tal vez debería probar antes a leerla en su lengua original, cosa que ya estoy haciendo de alguna manera, escuchando una dramatización de la BBC. O podría escucharla en inglés, leerla en latín y luego comprobar si lo he entendido bien leyéndolo en español. Sería una locura, ¿verdad?

En cualquier caso, antes del estreno de la película volveré a leerla, para tener la historia fresca y poder comparar. Y lo haré segura de volver a disfrutar de este viaje por la Tierra Media. Y es que ¿a quién no le gustaría visitar un agujero tan acogedor como Bolsón Cerrado?

Para ir abriendo boca



martes, 9 de octubre de 2012

Nuestro común amigo, de Dickens


Acabo de terminar Nuestro común amigo, la última novela completa de Dickens, y me ha sorprendido la actualidad del que es, en mi opinión, el tema principal de la novela: la avaricia de la sociedad y el poder corruptor del dinero. 

Simbólicamente, la historia gira en torno a la herencia que deja un hombre que hizo fortuna recogiendo basura.  Es una novela coral, entre cuyos personajes hay nuevos ricos, políticos, gente que vive como si fuera rica cuando en realidad no tiene dinero, timadores, chantajistas, prestamistas, etc.; todos ellos obsesionados con hacer dinero. La avaricia afecta tanto a ricos como a pobres, y salen tan malparados el rico que considera que la gente se muere de hambre porque se lo merece como el pobre que se aprovecha del buen corazón  de otros para medrar.

También hay críticas a los banqueros y especuladores, como este párrafo, que podría estar escrito hoy:

“Manejar acciones es lo más importante de este mundo. No hace falta tener antecedentes, ni una reputación sólida, ni cultura, ni ideas, ni modales; hay que tener acciones. (…) ¡Oh, poderosas acciones,  que alzáis tan alto esas figuras atronadoras, y que nos hacéis gritar día y noche a nosotros, ínfimos gusanos, como si estuviésemos bajo la influencia del beleño o del opio: ‘¡Aliviadnos de nuestro dinero, desparramadlo por nosotros, compradnos y vendednos, arruinadnos! ¡Lo único que pedimos es que figuréis entre los poderes de la tierra y engordéis a costa nuestra!’.”
Frente a esto, Dickens presenta, como antítesis de la adoración al becerro de oro, a unos personajes, que “se habían guiado, en su viaje por la vida, por una idea religiosa del deber y un deseo de hacer el bien”. Frente a la crueldad supuestamente benefactora de una ley que mete a los pobres que no pueden cuidar de sí mismos en asilos insalubres, estas personas practican una caridad en la que se trata a cada persona con respeto, cariño y delicadeza.

También quiero destacar la sensibilidad de Dickens que, frente al antisemitismo de su época (y de otros famosos escritores), nos presenta a un judío que es víctima de los prejuicios de la sociedad y que tiene un discurso digno heredero del de Shylock en El mercader de Venecia:

“Los hombres dicen: ‘Este es un griego malvado, pero hay griegos buenos’.(…) Pero no pasa lo mismo con los judíos. Los hombres encuentran fácilmente el mal entre nosotros (¿y entre qué pueblos no es el mal fácil de encontrar?), y además toman a los peores de entre nosotros como muestras de los mejores; toman a los más viles como ejemplo de los más ilustres; y luego dicen: ‘Todos los judíos son iguales’.”

Además de todo esto, como otras obras de Dickens, tiene descripciones detalladas, personajes estrambóticos, momentos memorables y una trama bien construida, interesante y entretenida, si bien es cierto que un poco lenta en la primera mitad del libro, que se dedica más bien a presentar el amplio espectro de personajes y sus diversas tramas, que poco a poco se van entretejiendo para formar un solo tapiz.

lunes, 8 de octubre de 2012

Los diez libros de mi vida

Me uno a vosotras con la lista de mis diez libros ¿favoritos? No necesariamente, pero sí los que más me han influido, algunos porque los leí en la infancia y la adolescencia y ayudaron a conformar mi manera de ver el mundo y mis gustos literarios (por ejemplo, mi anglofilia). Algunos no los he vuelto a leer desde hace muchos años y prefiero que sea así, porque tengo muy buen recuerdo de ellos, pero sé que si los leyera ahora no me gustarían. Otros, en cambio, vuelvo a leerlos periódicamente y la sensación es como la de volver a casa después de un día agotador, ponerte las zapatillas, sentarte en el sofá y pensar: "¡No hay nada como estar en casa!".

He de decir que algunos de ellos coinciden con los elegidos por Halcyon, así que será un poco repetitivo. También he intentado ponerlas por el orden cronológico en que las leí:


1. Mujercitas, de Louisa May Alcott.
2. David Copperfield, de Charles Dickens.
3. Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas.
4. Jane Eyre, de Charlotte Brontë.
5. Quo vadis, de Henryk Sienkiewicz.
6. Los muertos hacen proyectos, de Mignon G. Eberhart (la primera novela de misterio que leí).
7. Rebeca, de Daphne du Maurier.
8. El hombre del traje color castaño, de Agatha Christie (en general, todas sus novelas, pero he tenido que escoger una).
9. Nicolás y Alejandra, de Robert K. Massie (la única que no es ficción).
10. La saga de Harry Potter, de J.K. Rowling.