martes, 21 de enero de 2014

La víspera de Santa Inés

St. Agnes' Eve—Ah, bitter chill it was!


Madeline, de John Everett Millais
Con este verso comienza The Eve of St. Agnes (La víspera de Santa Inés), uno de los poemas más famosos de John Keats (1795-1821) uno de los más grandes poetas del Romanticismo inglés junto con Byron y Shelley. Fue también el primer poema que leí de él, antes de estudiarle en la universidad y que se convirtiera en uno de mis poetas preferidos. Por eso, todos los años en estas fechas le rindo mi particular homenaje literario y releo algunos de sus poemas. Por supuesto, la víspera de Santa Inés, es decir, ayer por la noche, siempre leo este poema en particular.


Aquí os dejo una dramatización de este poema y algunos de mis poemas favoritos de Keats, cuya lectura os recomiendo:



También os incluyo Adonais, la preciosa elegía que Shelley escribió tras la muerte de Keats.

Y por último, quiero que las últimas palabras sean la más famosa cita de este autor, que resume su concepto de la labor del poeta y la verdad de la imaginación y es una de las razones fundamentales por las que se encuentra entre mis favoritos:

"Beauty is truth, truth beauty," – that is all
Ye know on earth, and all ye need to know.


(La belleza es verdad y la verdad, - eso es todo lo que conocéis en la tierra y todo lo que necesitáis conocer).

Que lo disfrutéis.

domingo, 19 de enero de 2014

CURIOSIDADES LITERARIAS


Sin mucho tiempo para escribir, me limito hoy a compartir  
algunas noticias literarias que he encontrado por Internet y que me parecen interesante, o al menos curiosas. Una tiene que ver con El Principito de Saint Éxupery y la otra con el Señor de los Anillos. 

lunes, 6 de enero de 2014

NAVIDAD DIGITAL


Como sucede habitualmente de unos años acá, las fiestas navideñas me han permitido constatar una vez más la desaparición paulatina de las clásicas postales de felicitación. Al igual que las cartas, las tarjetas manuscritas han sido relegadas poco a poco por otras formas de comunicación escrita acordes a los nuevos tiempos: postales digitales remitidas a través del correo electrónico, SMS, Whatsapp, mensajes en los muros de Facebook..

Aunque reconozco la indiscutible utilidad de estos nuevos medios digitales –más rápidos, más cómodos, más eficientes tal vez-, y a pesar de que yo también me he acomodado a ellos, no puedo dejar de sentir que hay algo que se ha perdido. Las viejas tarjetas navideñas requerían ser elegidas una a una –a veces incluso confeccionadas manualmente-, y ser completadas con  un texto diferente para cada destinatario, todo ello rematado por la ceremonia de salir a la calle, comprar los sellos, y dejarlas caer en el buzón más cercano. Y, a la inversa, existía el momento de abrir el buzón de nuestra casa, atisbar los blancos sobres depositados al fondo, la posterior lectura del nombre del destinatario y el remitente, el reconocimiento de la letra familiar en el interior, y finalmente la elección de un lugar visible del salón o la entrada donde depositar la tarjeta, con su dibujo colorido a la vista de todos.
 



Poco queda de todo esto en las felicitaciones navideñas enviadas masivamente para un amplio grupo de los contactos del correo, menos aún en los genéricos deseos navideños colgados en el muro de Facebook, dirigidos a todos y a nadie al mismo tiempo. Aunque, en consonancia con los nuevos tiempos, yo también he dejado de enviar Christmas en papel, no puedo dejar de pensar que en esta sociedad con prisas no queremos pararnos a esperar pacientemente el goteo de cartas, menos aún dedicar un rato de nuestro precioso tiempo a escribir un mensaje diferente, único y personal, para ninguno de nuestros amigos y conocidos.