Acabo de terminar Nuestro común amigo, la última novela completa de Dickens, y me ha sorprendido la actualidad del que es, en mi opinión, el tema principal de la novela: la avaricia de la sociedad y el poder corruptor del dinero.

También hay críticas a los banqueros y especuladores, como este párrafo, que podría estar escrito hoy:
“Manejar acciones es lo más importante de este mundo. No hace falta tener antecedentes, ni una reputación sólida, ni cultura, ni ideas, ni modales; hay que tener acciones. (…) ¡Oh, poderosas acciones, que alzáis tan alto esas figuras atronadoras, y que nos hacéis gritar día y noche a nosotros, ínfimos gusanos, como si estuviésemos bajo la influencia del beleño o del opio: ‘¡Aliviadnos de nuestro dinero, desparramadlo por nosotros, compradnos y vendednos, arruinadnos! ¡Lo único que pedimos es que figuréis entre los poderes de la tierra y engordéis a costa nuestra!’.”
Frente a esto, Dickens presenta, como antítesis de la adoración al becerro de oro, a unos personajes, que “se habían guiado, en su viaje por la vida, por una idea religiosa del deber y un deseo de hacer el bien”. Frente a la crueldad supuestamente benefactora de una ley que mete a los pobres que no pueden cuidar de sí mismos en asilos insalubres, estas personas practican una caridad en la que se trata a cada persona con respeto, cariño y delicadeza.
También quiero destacar la sensibilidad de Dickens que, frente al antisemitismo de su época (y de otros famosos escritores), nos presenta a un judío que es víctima de los prejuicios de la sociedad y que tiene un discurso digno heredero del de Shylock en El mercader de Venecia:
“Los hombres dicen: ‘Este es un griego malvado, pero hay griegos buenos’.(…) Pero no pasa lo mismo con los judíos. Los hombres encuentran fácilmente el mal entre nosotros (¿y entre qué pueblos no es el mal fácil de encontrar?), y además toman a los peores de entre nosotros como muestras de los mejores; toman a los más viles como ejemplo de los más ilustres; y luego dicen: ‘Todos los judíos son iguales’.”
Además de todo esto, como otras obras de Dickens, tiene descripciones detalladas, personajes estrambóticos, momentos memorables y una trama bien construida, interesante y entretenida, si bien es cierto que un poco lenta en la primera mitad del libro, que se dedica más bien a presentar el amplio espectro de personajes y sus diversas tramas, que poco a poco se van entretejiendo para formar un solo tapiz.
Realmente es interesante ver cómo la crisis afecta también a la lectura que hacemos de diversas obras. A mí también me ha sorprendido también al volver a ver películas de Frank Capra; la crisis hace que las veas de una forma diferente. Pero eso es una razón por la que estamos hablando de clásicos: porque entre otras cosas poseen cualidades que las hacen universales, y eso aunque no estuviéramos viviendo una época similar en algunos aspectos.
ResponderEliminarHace tiempo que tengo ganas de leer "Nuestro común amigo" (específicamente desde que Desmond la mencionó en "Perdidos"). Me alegra ver que, como es habitual, Dickens cumple las expectativas.
Está apuntada como una de mis próximas lecturas, antes de que se acabe el año Dickens (espero).
Por cierto, ¿para cuándo una reseña sobre "El misterio de Edwin Drood"? ¿O sería demasiado reveladora?
Cuando queráis hago la reseña de "El misterio de Edwin Drood", pero no quería ser repetitiva y hablar sólo de Dickens.
EliminarEs que me he tomado su centenario muy en serio y he leído varias de sus obras en los últimos meses; ahora he empezado "Dombey e hijo".
Interesante reseña. Desde luego, cualquier obra literaria buena trata temas universales, y en este caso se percibe bastante bien, por el resumen, que lo que se cuenta en esta novela tiene mucho que ver con el mundo en el que vivimos hoy en día.
ResponderEliminarPor mí haz la reseña cuando quieras, será interesante ver otra perspectiva.
ResponderEliminarLeyendo el comentario de Kharis a raíz de la universalidad de los clásicos me asaltó un pensamiento que quiero compartir con vosotras a ver qué os parece: las obras que más nos gustan son aquellas que en el fondo están hablando de nosotros mismos.
Las que hablan de nosotros, de lo que somos, y las que hablan de lo que nos gustaría ser...
EliminarHalcyon, estoy totalmente de acuerdo.. son las que hablan de nosotros, de lo que pensamos (también, por supuesto, de lo que nos gustaría ser, que es otra manera de hablar de lo que somos).
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