miércoles, 1 de agosto de 2012

IMAGINANDO HISTORIAS. UN CUADRO DE HOPPER


¿Qué es lo que nos conmueve o nos trasmite algo especial cuando vemos algunos cuadros? Unas veces basta con la luz o el color, otras es la intensidad de la mirada del retratado,  la armonía de un paisaje, la capacidad de transmitir una emoción. Hay también algunos cuadros que, como la pequeña punta de un iceberg, parecen contener detrás toda una historia,  un mundo que no se ve, pero al que el espectador tiene la ilusión de asomarse mientras los contempla.

Hace poco, visitando la exposición de Edward Hopper en el Museo Thyssen, me encontré con una de estas obras,  Habitación de Hotel, pintada por el autor en 1931 En él, una mujer a medio vestir, sentada sobre una cama, contempla absorta, con la cabeza levemente inclinada, un papel que sostiene entre sus manos. 

Al igual que muchas pinturas de Hopper, el cuadro trasmite soledad, probablemente también tristeza,  además de sugerir  una escena de la vida de un personaje anónimo, apenas entrevista, con una imagen que bien podría ser el plano de una película. Contemplando este cuadro, no dejo de preguntarme cuál sería entonces la trama de esa película, qué historia se esconde detrás de esta imagen, quién es esta mujer y qué piensa.

Recordando ahora el cuadro, me imagino que se trata de una chica que ha ido a una gran ciudad, aunque no sabría decir con qué fin: ¿Para conseguir un puesto de trabajo que hubiera cambiado su vida? ¿Para encontrarse con un hombre? ¿Para huir de algo o de alguien? ¿Para iniciar unos estudios? ¿Para intentar vender a una editorial su primera novela? ¿Para una consulta médica? No sabemos si la mujer acaba de llegar o está a punto de partir: las maletas en el suelo, aún cerradas o tal vez ya listas para el viaje de regreso a su pueblo o a una ciudad más pequeña y provinciana, las prendas de ropa que aún no se ha puesto o que se acaba de quitar… Lo que sí parece claro es su gesto de ligero abatimiento, de preocupación tal vez, acaso de cansancio… Su rostro permanece ligeramente desdibujado y, a pesar de todo, transmite tristeza y, sobre todo,  una inmensa sensación de soledad.

Además, el cuadro está dispuesto de modo que nuestras miradas se dirigen al enigmático papel, que la pintura nos muestra sin desvelar su contenido. Por la posición de la joven, por la forma en que lo sostiene, diría que ésta no lo está leyendo ahora mismo, sino que lo ha leído hace poco y ahora permanece inmóvil, vuelta hacia su interior, incapaz de levantarse y terminar de arreglarse para partir o de deshacer las maletas de un viaje que tal vez ya no tenga sentido.

¿Qué pone en ese papel? ¿Por qué es tan importante? Podría ser una carta o una nota que alguien ha dejado para ella en la habitación, un informe médico, la notificación de que no ha sido aceptada en una prueba…o incluso un texto escrito por ella misma para otra persona. De algún modo u otro, creo que el papel marca un momento relevante en la vida del personaje y probablemente también un fracaso, tal vez una pérdida, una revelación dolorosa…

Bastaría elegir una de estas opciones y comenzar desde aquí a construir una historia, remontándonos  al principio con un gran flash-back , acompañado por la voz en off de la mujer que comienza a narrar…

Supongo que esto es lo que diferencia a las obras que nos transmiten algo de las que no: su capacidad de sugerir, de convertirse en una ventana que el espectador abre para acceder a un sentido mucho más amplio de que cabría imaginar en tan poco espacio…

No me queda más que recomendar la visita a esta exposición, que nos permite disfrutar de una selección de obras del pintor norteamericano, y que estará abierta al público en Madrid hasta el 16 de septiembre de este año.

No hay comentarios:

Publicar un comentario